"Look, I found this in a newspaper article," he said, his voice filled with excitement as he held up the aged paper. "'Alzheimer’s Cure Found.' Listen to this: 'American scientists have increased the activity of an enzyme they named UnSM6, which is linked to memory function. They first tested it on mice and found that they regained the ability to form new memories. Then they tested it on transgenic mice suffering from Alzheimer’s and discovered that it raised the levels of the UnSM6 enzyme. They conducted a memory experiment with the mice: they were placed in a box with a mild electric shock on the floor. The mice with normal memories remained still when placed in the box a second time to avoid the shock, but the mice with Alzheimer’s didn’t because they couldn’t remember their first visit. These scientists realized that the mice injected with UnSM6 then behaved like the mice with normal memory.'"
"They discovered they were restoring memory! It’s incredible!" he exclaimed, his eyes shining with hope.
She looked at him, confusion clouding her face.
"What’s incredible?" she asked, her voice trembling slightly.
"That they restored memory in the mice! The cure for Alzheimer’s... what I just read to you!" he repeated, the excitement still evident in his voice.
She blinked, her eyes beginning to fill with tears.
"What? I... I can’t remember anything you just said," she murmured, as the tears began to stream down her cheeks, reflecting the anguish and emptiness she felt inside.
The newspaper slipped from his hands, falling to the floor with a barely audible rustle. In that moment, the reality of their situation hit him hard. He realized that no matter how hopeful the news seemed, it couldn’t change their present.
He embraced her, feeling her fragility, her vulnerability. The words he had read, which moments before had seemed like a ray of hope, now only highlighted the cruel irony of their life together. Science might have found a cure, but it was too late for them.
But just when it seemed the weight of sorrow would crush them, she, with a trembling voice, whispered:
"But you... you’ll always be here, won’t you? Even if I don’t remember... I know you’ll always be here with me."
He nodded, fighting back his own tears.
"Always, my love. Always."
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—Mira, encontré esto en un artículo de periódico —dijo él, con emoción en la voz, mientras sostenía el papel envejecido—: "Alzheimer, la cura encontrada". Escucha esto: "Científicos norteamericanos incrementaron la actividad de una enzima que llamaron UnSM6, ligada a la función de la memoria. Primero probaron con ratones y encontraron que recuperaron la habilidad de formar nuevas memorias. Luego probaron con ratones transgénicos que sufrían de Alzheimer y descubrieron que elevaba los niveles de la enzima UnSM6. Hicieron un experimento de memoria con los ratones: los ponían en una caja con un ligero choque eléctrico en el piso. Los ratones con memorias normales se quedaban quietos cuando eran puestos en la caja por segunda vez para evitar el choque eléctrico, pero los ratones con Alzheimer no lo hacían porque no recordaban su primera visita. Estos científicos se dieron cuenta de que los ratones inyectados con UnSM6 se comportaron entonces como los ratones con memoria normal".
—¡Descubrieron que estaban devolviéndoles la memoria! ¡Es increíble! —exclamó, con los ojos brillando de esperanza.
Ella lo miró, con una expresión de confusión en su rostro.
—¿Qué cosa es increíble? —preguntó, su voz temblando ligeramente.
—¡Que les restauraron la memoria a los ratones! ¡La cura del Alzheimer... lo que acabo de leerte! —repitió él, con la emoción todavía presente en su voz.
Ella parpadeó, sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas.
—¿Qué cosa? No... no puedo acordarme de nada de lo que dijiste —murmuró, mientras las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas, reflejando la angustia y el vacío que sentía en su interior.
El periódico resbaló de las manos de él, cayendo al suelo con un crujido apenas audible. En ese instante, la realidad de su situación lo golpeó con fuerza. Se dio cuenta de que, por más esperanzadoras que fueran las noticias, no podían cambiar el presente.
Él la abrazó, sintiendo su fragilidad, su vulnerabilidad. Las palabras que había leído, que minutos antes le habían parecido un rayo de esperanza, ahora solo acentuaban la cruel ironía de su vida juntos. La ciencia podía haber encontrado una cura, pero era demasiado tarde para ellos.
Pero justo cuando parecía que el peso de la tristeza los aplastaría, ella, con la voz temblorosa, susurró:
—Pero tú... siempre estarás aquí, ¿verdad? Aunque no recuerde... sé que siempre estarás aquí conmigo.
Él asintió, conteniendo sus propias lágrimas.
—Siempre, amor. Siempre.